|
|
|
(Todo lo publicado es exclusivo de mi propiedad y prohbida su reproduccion sin autorizacion del autor ley 11273 )
Los informes y/o datos incluidos son meramente informativos y de ningún modo suponen que los establecimientos, productos y/o servicios publicados, como así también la calidad de los mismos, sean promocionados o garantizados por esta pagina web.
|
|
|
Contenido de la nueva página |
|
|
|
|
|
|
|
De LoS HeRMoSoS EL ReToÑo Ansiamos...
De los hermosos el retoño ansiamos
Para que su rosal no muera nunca,
Pues cuando el tiempo su esplendor marchite
Guardará su memoria su heredero.
Pero tú, que tus propios ojos amas,
Para nutrir la luz, tu esencia quemas
Y hambre produces en donde hay hartura,
Demasiado cruel y hostil contigo.
Tú que eres hoy del mundo fresco adorno,
Pregón de la radiante primavera,
Sepultas tu poder en el capullo,
Dulce egoísta que malgasta ahorrando.
Del mundo ten piedad: que tú y la tumba,
Ávidos, lo que es suyo no devoren.
Williams Shakespeare |
|
"La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Mihuel Hernandez |
|
|
|
|
|
|
|
|